Extracto de Acta méd. peruana v.30 n.1 Lima ene./mar. 2013
El mago y el portero se necesitaban el uno al otro, ambos habían estudiado juntos. El problema fue que, a medida que la gente oía lo de la poción mágica del mago, más y más lo querían ver y las listas de espera aumentaban sin cesar. A veces el portero tenía que volverlos a mandar al mago porque no habían conseguido suficiente poción mágica. La gente se enfadó y se le contó a la reina. La reina dijo: "Dejad que quien quiera ver al mago vaya directamente y que le pague por ello". Quienes podían pagar se sintieron muy felices.
El problema fue que las listas de espera crecieron más ya que el mago dedicaba cada vez más tiempo a los pacientes que podían pagarle. De hecho, su maravillosa bola de cristal empezó a dar más y más respuestas equivocadas. "Descubrid qué está pasando", gritó la reina.
Finalmente alguien le dijo: El mago es muy bueno diciendo quien está muy enfermo, pero no es tan bueno diciendo quién está sano. El portero es muy bueno diciendo quien está sano, pero no es tan bueno diciendo quien está muy enfermo. Si se quiere que la bola de cristal del mago funcione adecuadamente, el mago deberá ver sólo a las personas que el portero sospeche que están lo bastante enfermos como para necesitar más atención y el portero debe ver a las personas que creen estar enfermas, e intentar confirmarlo.
El sistema funcionará así. Es una cuestión alejada de la limitación de la libre elección y acceso al mago, es la cuestión de hacer más eficiente el cuidado de los enfermos.
El pueblo fue difícil de persuadir
es difícil olvidar el sabor del acceso directo a la bola de cristal y la poción mágica.
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