lunes, 8 de septiembre de 2014

HISTORIA DE LA MEDICINA FAMILIAR Y COMUNITARIA

En 1976, se inició la formación de especialistas en el Perú, como un sistema educativo que ofrecía a los médicos enseñanza y adiestramiento especializado en postgrado mediante programas tanto docentes como asistenciales desarrollados por las facultades de medicina en coordinación con los servicios de salud del país: debía orientarse con los objetivos de los planes nacionales y regionales de Salud.
En 1978, la declaración de Alma-Ata y la apuesta de los países por lograr mejores estándares de salud para el siguiente milenio, propició cambios en los países latinoamericanos que intentaban orientar sus políticas de salud hacia esta perspectiva. Es así que en Perú, en mayo de 1981, se realizó el Seminario “El Médico General/Familiar”, organizado por el Convenio Hipólito Unánue.
Casi una década después, en 1989, se inició en el Perú el residentado médico para formar especialistas en atención primaria, ofreciéndose 60 plazas de residentado, con el nombre de “Medicina General Integral” en la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos (UNMSM) y con la denominación de “Medicina Familiar” y “Medicina Integral Familiar”, en la Universidad Peruana Cayetano Heredia (UPCH) y Universidad Federico Villareal (UNFV), respectivamente. En todas estas experiencias, poco después de iniciada la especialización adquirió la denominación uniforme de Medicina General Integral.
En 1990, en el interior del país, la Universidad Nacional de Trujillo estableció la especialidad de medicina familiar.
Los nuevos egresados de la especialidad enfrentaban muchos desafíos como no haber tenido una formación adecuada durante sus años de entrenamiento, realizando rotaciones hospitalarias y en centros de atención primaria durante tres años, sin exposición a los fundamentos de la disciplina académica y herramientas de la especialidad; ni contar con médicos familiares tutores y carecer las universidades de departamentos o unidades de medicina familiar.
Al egresar la mayor parte de plazas médicas para el primer nivel de atención siguieron siendo ofertadas sin una diferenciación para los médicos especialistas en medicina familiar y sin incentivos para que estos médicos realizaran su práctica en este nivel.
Muchos de los egresados, hasta los primeros años del nuevo milenio se posicionaron en plazas administrativas u optaron por postular a una nueva especialidad.
A fines de los años 90, la especialidad reduce el número de vacantes ofrecidas en todas las universidades y cierra varios programas previamente existentes. Adicionalmente, la UNMSM modifica el plan curricular de su especialidad y origina el cambio de nombre a “Medicina Integral y Gestión en Salud”, dándole un énfasis administrativo y de salud pública, y una menor o inexistente formación prestacional en atención primaria.
En el año 2000 se realiza un primer esfuerzo por formar una sociedad científica que agrupe a las diferentes especialidades relacionadas a la formación en medicina familiar y se funda la Sociedad Peruana de Medicina General Integral y Gestión en Salud (SOPEMFIG).
En el 2002, el Comité Nacional de Residentado Médico (CONAREME), aprobó los estándares mínimos de formación para el Programa de Segunda Especialización en “Medicina Familiar y Comunitaria” y en febrero del 2003 el mismo comité establece 3 denominaciones equivalentes para la especialidad: Medicina General e Integral, Medicina Familiar y Medicina Familiar y Comunitaria.
A partir del año 2003 se han abierto nuevas plazas en diferentes lugares del país. Desde el año 2007 se ofrecen algunas vacantes de médico familiar para el primer nivel de atención en el sistema público (MINSA y ESSALUD), por lo cual algunos centros de atención primaria cuentan con médicos familiares.
En el 2011 después de un periodo de estancamiento y con la finalidad de seguir el camino hacia la consolidación de la medicina familiar en el Perú, se decidió refundar la Sociedad Peruana de Medicina Familiar, cambiando la denominación por Sociedad Peruana de Medicina Familiar y Comunitaria (SOPEMFYC) la cual cuenta ahora con alrededor de 100 asociados.
La situación actual de la MF en el Perú, no difiere de la que debieron afrontar otros países antes que nosotros. Si anhelamos evitar los vaivenes de dichas experiencias, requerimos articular esfuerzos para que, a la par que garantizamos la suficiente formación de especialistas adecuadamente entrenados en esta disciplina a través de programas residencia médica u otros alternativos, aseguremos condiciones para la calidad en su desempeño . 
En conclusión, existen condiciones auspiciosas para el desarrollo de la medicina familiar en el Perú. Sin embargo, para poder crecer saludablemente es necesario vencer un conjunto de desafíos que nos posibiliten lograr el éxito esperado. Sólo alcanzando este grado de consolidación, la MF y quienes la practicamos podremos efectivamente ser un espejo en el que el sistema pueda mirar el rumbo que desea seguir para reformar su modelo de atención primaria y así conseguir un sistema más justo, equitativo, eficiente y solidario, como el propuesto por nuestra especialidad.

Dra. Verónica Espinoza Medrano
Residente Medicina Familiar y Comunitaria

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